domingo, 24 de julio de 2011

Gilles de Rais. La historia de "Barba Azul"



 Gilles de Rais

Algo que nos ha demostrado la historia a lo largo de los siglos es que la combinación del poder, ya sea socio-económico o militar, con la mente de un psicópata, generalmente da como resultado un reguero de víctimas inocentes en mayor o menor cuantía. Ya sea por acción directa o indirecta, es algo casi inevitable. El caso de Gilles de Rais no es una excepción. Una mente enferma que por un tiempo pudo encontrar el equilibrio y la paz deseada, pero en el momento que se apagó el faro que iluminaba su negro corazón, la caída en la oscuridad despertó la bestia que había enjaulada en su mente. En esta ocasión las coordenadas espacio-temporales que introduciremos en nuestra orwelliana máquina del tiempo serán: Francia, 10 de Septiembre de 1404. Ignición y nos vamos…..

Ese día viene al mundo un precioso bebé al que sus padres llamarán Gilles de Montmorency-Laval. Como no tendrían más sitio en el castillo de Champtocé, el alumbramiento se produjo en la Torre Negra, que ya son ganas con el nombre del sitio. Pero la llegada al mundo de su primogénito varón inundo de felicidad cada rincón del castillo. 

Castillo de Champtocé

El pequeño fue creciendo y poco a poco comenzó a aflorar en él, la sociopatía que le acompañó hasta su muerte. Un buen número de nodrizas y tutores pasaron por él, pero ninguno de ellos aguantaba demasiado tiempo, Gilles era mucho Gilles.

Un buen día, cuando Gilles contaba con 9 años de edad, su padre Guy II de Laval partió para una de sus habituales cacerías, que para eso era noble. Pero la tragedia se cruzó en el camino del padre de nuestro protagonista. Un jabalí malherido por el propio Guy, en un último arrebato de lucha por su vida consiguió clavar los colmillos en el abdomen del noble francés. Este fue trasladado a su castillo, quería esperar la muerte junto a los suyos. Guy en su agonía dio la orden de llamar a su primogénito para poderse despedir de él. La escena que presenció Gilles le marcaría para siempre. Nunca podría quitarse la imagen de su padre en un charco de sangre con las vísceras prácticamente fuera. Los daños fueron tremendos, tanto en el cuerpo del padre como en la mente del hijo. Pronto sabremos por qué.

Al poco tiempo la madre de Gilles, Marie de Craon, siguió el camino de su difunto esposo. Así que Gilles y su hermano René quedaron bajo la tutela de su abuelo materno, Jean de Craon, que era lo único que le hacía falta a Gilles. Éramos pocos y parió la abuela…

El abuelo, lejos de ser el dulce abuelito que debería de haber sido, era un tipo cruel, despiadado y con una carencia total y absoluta de escrúpulos. Se encargó de inculcar en los niños el orgullo y la soberbia propia de los pertenecientes a tan alta alcurnia. Pero a pesar de eso y como a todos los abuelos, el nieto no le hacía el menor de los casos.

Al cumplir los catorce años, su abuelo le regaló una espléndida y carísima armadura milanesa para ser nombrado caballero. Tras el nombramiento, en un primer momento el niño era feliz entrenando a diario con muñecos de prácticas, sacos, etc. Pero pronto se dio cuenta de que era realmente aburrido. El muñeco no respondía a sus mandobles de espada. Y no tardó en ir un poco más allá. Tras cepillarse con sus juegos a algún que otro inocente animalillo que pululaba por la fortaleza, llegó el día en el juego fue con otro ser humano. El desafortunado que tuvo la genial idea de jugar con Gilles a batirse en duelo con armas de verdad, fue su amiguito Antoine. Lo típico, en el juego la cosa se fue calentando poco a poco hasta que salió a relucir la ira de Gilles. Este no tuvo otra cosa que clavar la hoja de su cuchillo a Antoine en el cuello. Pero en lugar de prestarle ayuda, se sentó, y se limitó a observar con placer y curiosidad como a su amigo se le iba la vida a chorros, desangrándose poco a poco. Digno de todo “elogio”. Y tenía solo quince años.

El abuelo por su condición de noble y el padre del chico por su condición de humilde plebeyo, llegaron a un acuerdo económico que zanjó el asunto y Gilles quedó sin castigo. Como hasta el abuelito estaba hasta el gorro de Gilles, este pensó que enviar a su nieto a la guerra, la de los Cien Años, sería lo mejor para que terminara de curtir su carácter y para que allí diera rienda suelta a sus violentos instintos. A ver si volvía más relajadito.

A las órdenes del Duque de Bretaña, Juan V, siempre luchó en primera línea. Los que le vieron batallar comentaban que lo hacía como poseído por un demonio. El fragor de la batalla, la sangre derramada y los gritos de dolor le llevaban casi a la locura. Era casi excitación lo que llegaba a sentir. El placer de liberar la bestia que llevaba en su interior.

Una vez finalizada la campaña militar, Gilles volvió a casa. Ya tenía diecisiete años, así que era hora de empezar a buscar pareja. Cualquiera, y más siendo un noble caballero francés, habría cortejado a una hermosa y noble dama hasta que se convirtiera en su esposa. Gilles no hizo eso, faltaría más. Raptó a su prima Catherine de Thouarson de quince años y al día siguiente contrajo matrimonio con ella. Con esta unión se convertirían en la casa más rica de Francia. Pero la familia de la novia no permaneció quieta, así que empezaron a mover los hilos para anular el enlace. Imaginaos como le sentó esto a Gilles, que montó en colerá y no tuvo otra cosa que hacer que raptar también a su suegra, encerrarla en una mazmorra y alimentarla a pan y agua. Evidentemente llegó un momento en que la familia de la novia cedió a las pretensiones del yerno y los castillos que exigía le fueron entregados. Lo que se dice una magnífica relación suegra-yerno.
 
Blasón de Gilles de Rais

A Gilles las chicas como que no le atraían demasiado, mas bien nada y así es casi imposible traer descendencia. Esta no llegó hasta los siete años de matrimonio y gracias!! Suponemos que con una borrachera previa. Al poco tiempo Catherine huyo del castillo con su hija para nunca más volverle a ver. El tampoco hizo mucho por revertir la situación que digamos.

Al poco tiempo Gilles fue reclutado por el Delfín de Francia, Carlos VII. Este era conocedor de sus dotes en el campo de batalla y que sus hombres le seguirían hasta el fin. Fue en ese momento cuando ocurrió algo que cambiaría su vida, al menos por un tiempo. Gilles conoció a Juana de Arco, otra esquizofrénica de tomo y lomo. La Doncella de Orleans provocó que en su corazón surgiera un pequeño atisbo de luz y que hubiera un poco de paz y equilibrio en su mente.

 Gilles de Rais y Juana de Arco

Gilles y Juana fueron dotados por el Delfín Carlos de un ejercito. Su misión sería la de liberar Orleans del asedio de los ingleses. Pues ni más ni menos que ocho días les bastaron para derrotar a los ingleses y levantar un sitio que duraba meses. La entrada en la ciudad fue apoteósica. La población los consideró como los salvadores de Francia. Sus nuevos héroes pátrios. Las victorias militares se sucedieron una tras otra. Gilles inflamado espiritualmente por Juana sentía verdadero fervor por ella. La consideraba la voz y la imagen de Dios en la tierra. Y por Dios mataría a todos los ingleses que hiciera falta. Salvó la vida de Juana en cuantiosas ocasiones, casi cuando ya era inevitable. Se convirtió en su fiel protector. Fueron quizás los mejores momentos en la vida de Gilles. Se sentía feliz, inspirado e invencible. Tales fueron sus  hazañas que en 1429, a los veiticinco años de edad fue nombrado Mariscal de Francia. Nunca nadie había conseguido este título a tan temprana edad. Debido a este cargo y a sus victorias, el ya Mariscal Gilles de Rais consiguió una enorme fortuna. En esta época es cuando recibe el sobrenombre de”Barba Azul”, por los tonos azulados de su negra barba. Era realmente feliz, pero muy pronto todo se vendría debajo de golpe.

 Representaciones de Juana de Arco, la Doncella de Orleans.


En el asedio de Compiégne, Juana es capturada por los borgoñones y entregada a los ingleses. Con el objetivo de desprestigiar a Carlos VII es juzgada por un tribunal eclesiástico bajo la acusación de brujería. La acusación se basó en el hecho de que escuchaba voces en su interior y estas no podrían provenir de otro que no fuese el diablo. Tras tres meses de juicio inquisitorial es condenada a morir en la hoguera culpable de herejía y hechicería. Gilles de Rais en el momento que conoce los hechos reune un ejército de mercenarios a los que paga de su propio bolsillo. Pero no puede llegar a tiempo para evitar el fatal desenlace. Juana es ejecutada el 24 de mayo de 1431. Gilles se queda a escasos 25km de Ruán y poder salvar a su idolatrada Juana de Arco.


Ejecución de Juana de Arco


El equilibrio que había conseguido con Juana de Arco en vida se viene abajo en un instante. El sádico y perturbado que había en él se habrió paso con total virulencia.

En 1432 fallece su abuelo. El único que podría poner un freno en la espiral en la que estaba cayendo Gilles. Ahora era libre para dar rienda suelta a sus más bajos y perversos instintos. En su castillo de Tiffauges, en la Vendée, organizó una corte en la que el dispendio de dinero era la regla habitual. Gilles lo gastaba a manos llenas. Su gusto por las artes y sobre todo por la música hizo que contratara a los mejores cantantes y músicos de toda Francia. Su obsesión por el sonido del órgano llego a tal punto que aparte de tener una impresionante colección de ellos, se hizo construir órganos portátiles que le acompañaban sonando a cualquier lugar al que se dirigiera de su castillo. Da escalofríos imaginar a Gilles de Rais paseando por las mazmorras con lá música de órgano sonando de fondo a su paso, realmente tétrico.

 Gilles de Rais, Mariscal de Francia.

Increiblemente es nombrado clérigo, la Iglesia nunca dejará de sorprenderme, y se rodea de un séquito de nada más y nada menos de cincuenta eclesiásticos. Especialmente cara fue la obra teatral que encargó para conmemorar la batalla de Orleans. Más de ciento cincuenta actores,  con vestuario y decorados de verdadero lujo. Los actores que encarnaban a los soldados iban ataviados con armaduras reales. La entrada era gratuita y para colmo  invitaban a comida y vino. ¡¡Como para no ir a semejante evento!!!

Poco a poco comienza la debacle económica. No era para menos. Las arcas de Gilles estaban vacías y comenzó a malvender algunas de sus propiedades. Los que antes le adulaban y vivían de su enfermiza afición al despilfarro le abandonaron ante la situación. Al igual que como ya contamos en el caso de Erzesebet de Bathory, Gilles comienza a rodearse de una corte de alquimistas, brujas y demás fauna esotérica.
 
Uno de los más influyentes fue un tal Prelatti, con el que Gilles mantenía una relación homosexual. Este le prometió el oro y el moro a base experimentos alquímicos. En ese momento Gilles estaba realmente obsesionado con la figura del diablo, lo sentía por cada rincón de su castillo. Le convencieron de que la única manera de apaciguarlo era a través de la entrega de sacrificios humanos, especialmente niños y jóvenes,  ya le podían haber convencido con otra cosita…  Gilles de Rais no le pondría ninguna pega a tal consejo, sería todo un placer.

Sus sirvientes comenzaron a recorrer pueblos y aldeas en búsqueda de niños y jovenzuelos para su señor. En algunas ocasiones, él mismo se personaba ante los padres de las criaturas para explicarles la suerte que tenían de que sus hijos pasaran a su servicio como pajes. Así tendrían la oportunidad de poder forjarse un futuro mejor. Por supuesto esos padres nunca más volverían a saber más de ellos. Más de mil de ellos cayeron en las garras de este desalmado en un periodo de ocho años. La cifra realmente es pavorosa. Aunque lo realmente pavoroso acaecía en el castillo de Tiffauges.

 Castillo de Tiffauges

Una vez que llegaba la noche comenzaban los ritos, conjuros y las orgías de sexo y sangre. Los chicos eran brutalmente torturados, violados y finalmente asesinados de las más brutales formas. En algunas ocasiones la violaciones eran incluso post mortem. Algunas víctimas eran desmembradas ante la aterrorizada presencia de otros secuestrados. Aunque su afición favorita era la de abrir en canal a su víctima, dejar a la vista las vísceras y sentarse a observar como se le escapaba la vida al pobre desdichado. La imagen que presenció de su padre en su niñez la recrearía en cuantiosas ocasiones. También era muy de su gusto el sentarse sobre la víctima en sus últimos estertores de muerte y en algunos casos abrazarla con ternura. En algunas ocasiones organizaba junto a sus sirvientes concursos de belleza entre sus víctimas, lo terrible del asunto es que al concurso solo se presentaba la cabeza del candidato al premio. Unos tipos realmente encantadores.

El número de desapariciones llegó a tal extremo que las autoridades tuvieron que tomar cartas en el asunto, ¡¡¡a buenas horas mangasverdes!!! El obispo de Nantes ordenó investigar los hechos. Y dedujeron rapidamente que las desapericiones no eran casuales ni muchísimo menos. Como se suele decir coloquialmente, la policía no es tonta.

Gilles de Rais ya estaba en el punto de mira de las autoridades y no tuvo otra cosa que hacer que por una disputa por la venta de uno de sus castillos, raptar al hermano del tesorero del Duque de Bretaña. El Duque de Bretaña envió a su hermano, el Condestable del Rey, a liberar al hermano de su tesorero y a apresar a Gilles de Rais.

El 15 de Septiembre de 1440, Gilles se entregó junto Prelatti y el resto de sus secuaces y fue enviado a prisión, de las confortables por supuesto que para eso era noble y muy pronto comenzaron los interrogatorios. En un primer momento, como no podía ser de otra manera, se declaró inocente. Pero las pruebas y testimonios eran irrefutables y el 15 de Octubre del mismo año, en uno de sus arrebatos típicos se autodeclaró culpable y se mostró terriblemente arrepentido. Seguidamente digamos que cantó la Traviata sin cortarse un pelo. Lo que contó fue realmente aterrador. Los presentes no podían creerlo. Describió con todo lujo de detalles las barbaridades que realizó en sus víctimas, la mayoría de ellas entre siete y veinte años. El catálogo de actuaciones iba desde violaciones a decapitaciones, pasando por colgamiento en ganchos, desmembraciones y demás sutilezas. Incluso llegó a confersar que en pleno frenesí sexual llegó a beber la sangre que brotaba del cuello de los niños mientras aun vivían. En definitiva. una locura total y absoluta. 

“Solo” se pudieron constatar con pruebas unos doscientos asesinatos, pero fueron más, muchisimos más, demasiados. Fue condenado por asesinato, herejía y sodomía. Francia entro en estado de shock al conocerse los detalles.  Era casi imposible de asimilar. ¿Como uno de los mayores héroes de Francia podía haberse convertido en un ser tan maligno?

El día 26 de octubre de 1440 Gilles de Rais, junto a dos de sus compinches, habiendo rechazado la gracia y perdón Real por ser Par de Francia, fue conducido al prado de la Madeleine en Nantes para morir en la horca. Terminaba así la vida de Gilles de Rais, Barbazul, Mariscal de Francia. Sus restos mortales fueron enterrados en la iglesia de las carmelitas de Nantes, a petición del propio Mariscal.

 Representación de la ejecución de Gilles de Rais.


A día de hoy se conserva casi la totalidad de actas y documentos del proceso de Gilles de Rais. Aquí os dejo unos extractos íntegros de su declaración, realmente terroríficos:

Yo, Gilles de Rais, confieso que todo de lo que se me acusa es verdad. Es cierto que he cometido las más repugnantes ofensas contra muchos seres inocentes, niños y niñas, y que en el curso de muchos años he raptado o hecho raptar a un gran número de ellos. Aún más vergonzosamente he de confesar que no recuerdo el número exacto y que los he matado con mi propia mano o hecho que otros mataran, y que he cometido con ellos muchos crímenes y pecados.

Confieso que maté a esos niños de distintas maneras y haciendo uso de diferentes métodos de tortura. A algunos les separé la cabeza del cuerpo, utilizando dagas y cuchillos, con otros usé palos y otros instrumentos de azote, dándoles en la cabeza golpes violentos. A otros los até con cuerdas y los colgué de puertas y vigas hasta que se ahogaron. Confieso que experimenté placer en herirlos y matarlos así. Gozaba en destruir la inocencia y en profanar la virginidad. Sentía un gran deleite al estrangular a niños de corta edad incluso cuando esos niños descubrían los primeros placeres y dolores de su carne inocente.

Contemplaba a aquellos que poseían hermosa cabeza y proporcionados miembros para después abrir sus cuerpos y deleitarme a la vista de sus órganos internos y muy a menudo, cuando los muchachos estaban ya muriendo, me sentaba sobre sus estómagos, y me complacía ver su agonía...

Me gustaba ver correr la sangre, me proporcionaba un gran placer. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. En el campo de batalla, el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta de que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos.

Yo soy una de esas personas para quienes todo lo que está relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo. Si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla.

Los comentarios creo que sobran. Esta es la historia de uno de los seres más malignos que pisado la faz de la tierra. Ojalá nunca más nazca nadie como él.



El Octavo Pasajero.